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A más de 5 mil metros de altura, al interior de la Región de Antofagasta, ALMA, el mayor radiotelescopio del planeta, permite a astrónomos chilenos y extranjeros escudriñar en los orígenes del universo. A pocos kilómetros de ahí, el centenar de alumnos de la Escuela E-21 de Toconao reproducen en sus salas los procedimientos que los científicos usan para estudiar el mundo que los rodea. Además de conocer sobre agujeros negros, exoplanetas, galaxias y supernovas, los niños aprenden sobre estaciones del año, rotación de la Tierra, mareas, fases de la Luna y fuerza de gravedad, entre otras materias, pero de manera práctica y basada en la evidencia. » Me gustan las clases de ciencias porque tenemos má posibilidades de experimentar cosas, de salir afuera y mirar, de usar el microscopio para ver detaller y tratar de explicar por que se producen algunas cosas. Es más entretenido que estar solo leyendo la materia» dice Sofía Puca, de 13 años y alumna de 8° básico.
La metodología que tanto les gustan a Sofía y a sus compañeros comenzó a aplicarse en 2008 en la escuela, gracias al observatorio ALMA, que dispuso recursos para llevar a cabo el programa ECBI: Educación en Ciencias Basada en la Indagación. Un método creado en 2002 por la U. de Chile, la Academia Chilena de Ciencias y el Ministerio de Educación. Y los resultados han sido positivos: al cabo de dos años de implementarlo, la escuela de Toconao se ubicó en el primer lugar del ranking de escuelas municipales de la región con mejores puntajes en el Simce de ciencias naturales. Revisa la nota completa en el siguiente enlace